miércoles, 24 de noviembre de 2010

Carisma y Comunicación: una línea que se difumina



La semana pasada tuve la suerte de poder asistir en primera persona a la conferencia inaugural del FICOD 2010, sobre "El Arte de Encantar". Lo cierto es que, como se suele decir, me venía al pelo para el blog. No era otro que Guy Kawasaki (Kurosawa, según nuestro querido Ministro de Industria, que ni siquiera debió de enterarse para que o quién hacía un sermón de apertura de 15 minutos), toda una eminencia en el campo del marketing, gestiona un Twitter de 295.000 followers, y ha trabajado mano a mano con Steve Jobs (el CEO de Apple). Entre otras cosas, seguro que por eso iba vestido de riguroso negro con cuello alto. Un toque perfecto de discreción sofisticada muy bien pensada para atraer la atención. Al parecer en Apple les dan cursos sobre cómo hablar en público, algo que nunca está de más, y que por otra parte me parece muy inteligente.

Quería empezar una serie de artículos que versasen sobre su ponencia, porque lo cierto es que no tuvo desperdicio. Kawasaki realizó un decálogo de detalles imprescindibles que tienes que tener en todo momento en cuenta para resultar encantador (o al menos, agradable), en un entorno profesional. He preferido dividir este decálogo en 5 posts distintos (y eso sin contar con este), porque ello me iba a permitir poder profundizar en algunos puntos que me parecieron sin duda más interesantes, explicarlos más detenidamente, y hacer varios posts algo más cortos y más amenos, sobre los que podamos debatir (quienes queráis), y aportar sobre lo dicho por Guy.

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Ya hemos hablado en algún post de que a menudo la gente con un halo especial resulta más encantadora cuando es totalmente inconsciente de su poder seductor. Muchas veces es así, reflexionaba en un post anterior (el de la lección de unas niñas sobre el encanto).

Sin embargo, en gran parte comparto también esta visión "Kawasikiana" (creo que acabo de acuñar un nuevo término) sobre la capacidad de controlar nuestro encanto. En cierto modo, ser consciente de tu carisma puede permitirte potenciarla a su máximo nivel cuando más te interesa, reducir tu capacidad de atracción hasta conseguir pasar casi inadvertido en momentos cruciales, y ajustarla a las situaciones según lo que más te convenga.

No admitir esto en un blog como éste me parecía una pérdida. Sencillamente, la gente al tanto de su capacidad de "encanto" no tiene por qué perderlo aunque sea consciente de él, siempre y cuando sepa manejarlo a su favor e inteligentemente. Siempre y cuando sepa manejarlo bien (nada peor que una persona que se cree encantadora y llena de carisma y va alardeando de ello, perdiendo todo atisbo de encanto que pudiera tener).

A lo que iba: Kawasaki es bien consciente de esto. Y realmente, la forma en que dio su conferencia fue una lección de encanto en sí misma frente a los politicuchos (véanse, Sinde y Sebastián) que se escudaban con sus discursos creando distancia psicológica con el público por medio del atril y los micrófonos, y a los que se apreciaba nerviosos (cómo jugueteaba Sinde con su colgante -¿no se daba cuenta de que quedaba fatal? Obviamente, no) frente a una audiencia para la que se sabían no muy bienvenidos. Kawasaki salió al medio del escenario, una mano en el bolsillo, la otra, sencillamente para realizar sencillos gestos con los que acompañar su discurso. Paseos de un lado a otro, continuamente, y una broma cordial al minuto de subir al escenario, con la que se ganó a todo el aforo. Una conferencia que se desarrolló de forma totalmente relajada, con bromas simpáticas y agradables de cuando en cuando para mantener la atención del público, la revitalizaran.

Kawasaki se había hecho con un auditorio de 500 personas (o los que hubéramos). Nos había metido en su bolsillo en un acto supremo de autoventa (aprendido de Fernando Polo le gusta decir), y en un estilo de hablar el público que yo quiero aprender, y que creo que muchos españoles también deberían.

Siempre recuerdo que en la carrera insistían en que lo más importante de Comunicación Audiovisual era aprender a hablar en público (leñe, si no, ¿para qué te hacías comunicador?) Que era algo básico el perder la vergüenza a hablar a más de una persona a la vez en persona, el saber comunicar en público.

Y es que la línea entre saber comunicar en público, y el carisma es muy fina y se difumina en esta frontera. Aprender de la mano de los americanos, que ya lo saben, y que para esto tienen un don especial, es una gozada. Aunque aquí es cuando me surge la duda: ¿el carisma favorece a la facilidad de comunicación, o la buena comunicación favorece al carisma? ¿Es más fácil resultar buen comunicador para una audiencia cuando tienes carisma y sabes manejarlo, o es más bien al revés, esto es, ganar carisma por medio de la comunicación? Quizás sencillamente se retroalimenten. O algunos quizás creerán que no tienen nada que ver.

Lo cierto es que yo aquí y ahora no puedo dar una respuesta. Quizás a medida que este blog se vaya construyendo, gracias a las aportaciones de todos y mis reflexiones, podamos ir dando con un asomo de respuesta.

Entre tanto... ¿Os habéis quedado con ganas de conocer los puntos de Kawasaki? ¡Yo sí me he quedado con ganas de explicarlos! ¡En breve, en breve!

Vete adelantando a los posts | Vídeo de Guy Kawasaki y su conferencia "El Arte de Encantar"
Más información | Guy Kawasaki Blog

3 comentarios:

Unknown dijo...

Totalmente si!! a la última pregunta! Estoy deseando conocer ese decálogo. Ojo que no te moleste para que me lo cuentes antes de ponerlo en el blog. ya que te tengo al lado ;)

Eva Represa Álvarez de Eulate dijo...

Te vas a hacer el lector #1 del blog!!! Jajajaja!!

Willgui dijo...

Lo primero de todo, enhorabuena por el blog, no sé cómo narices he llegado hasta aquí pero el caso es que ha acabado en mi carpeta de favoritos jaja

Sobre el post, decir que para dar un buen discurso no tienes por qué ser una persona "encantadora". Muchas veces con tener pasión sobre aquello de lo que hablas es suficiente. He visto discursos de gente que al hablar no tienen ningún encanto, pero que al dar un discurso sobre un tema que les fascina se quedan enseguida con todo el público. Simplemente porque al verlos hablar sobre ese tema se les ve que están entusiasmados.

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